viernes, 11 de noviembre de 2011

La ciudad cautiva y el 'tearoom'




"Parece cierto que en los urinarios se crean y reciclan fantasías públicas y privadas o se ponen de manifiesto deseos e impulsos agazapados. Hasta tal punto que muchos de ellos se han convertido en un área «libre» para la observación y el voyeurismo, un escenario situado entre el exhibicionismo y la contemplación, donde se pueden llegar a cuestionar aspectos centrales de la masculinidad normativa. Estas prácticas poseen un cierto carácter transgresor y libertador al realizar un acto sexual en un espacio rodeado de personas que, muchas de ellas, no sospechan lo que está ocurriendo a escasos metros. Con estas actividades se consigue dar la vuelta completamente a un determinado espacio al otorgarle un uso muy distinto para el cual fue creado. Pero al utilizar los urinarios público como escenario sexual, los hombres también se sitúan en una posición de vulnerabilidad, ya que este espacio se convierte en un lugar para la expresión sexual y la libertad, pero también en un espacio de restricciones y de control. La percepción de la ciudad adquiere su significado más evidente en función de dónde se sitúa los límites diseñados por la movilidad de cada sector social, marcada por las sensaciones de seguridad e inseguridad o peligro que cada uno de ellos experimenta. Así, y ante el temor de un uso libre (y sexual) de los espacios, la moral y el orden necesitan acotar, señalar, encasillar, refistrar, controlar y censurar las actividades que se realizan en cada lugar y vigilar que se «respeten las reflas del juego», que nadie se salga ni se salte las normas establecidas.

Buen prueba de esta experiencia compuesta, a partes iguales, de temor y de deseo es el documental Tearoom que el cineasta experimental William E. Jones realizó en 2007. En este documental se recogen los cincuenta y seis minutos de carretes filmados clandestinamente, en dieciséis milímetros, por la policía de Mansfield (Ohio) en 1962 en los lavabos públicos para hombres situados en la plaza principal de esa ciudad. La policía pintó las paredes de colores claros, colocó bombillas de un mayor voltaje y situó una cámara oculta en un armario para poder filmar, a través de un espejo de doble cara, las actividades sexuales clandestinas de diversos hombres que encontraban en esos lavabos un espacio «de libertad» donde satisfacer sus deseos prohibidos socialmente. La película así conseguida fue utilizada por la policía en el juicio que se celebró contra los arrestados en esa operación y que fueron acusados de sodomía; la sentencia mínima dictada para cada uno de ellos fue, al menos, de un año en la prisión del estado. William E. Jones encontró una copia, en muy mal estado, de la película original (Camera Surveillance) en internet cuando buscaba documentación para otros temas. Las escenas de diferentes hombres, de distintas clases sociales, edades y razas, practicando sexo en un lugar semipúblico le parecieron tan potentes que el director norteamericano decidió reapropiárselas y presentarlas sin casi ninguna intervención por su parte. Así, Tearoom (un término de origen británico que se refiere a los servicios públicos usados para breves y anónimos encuentros sexuales entre hombres) es un docimento visual histórico de gran interés sobre una cultura de la vigilancia que no duda en usar los métodos policiales que sean para invadir la privacidad de las personas y poder contrlarlas lo más amplia y extensamente posible. (...)"

«LA CIUDAD CAUTIVA
Control y vigilancia en el espacio urbano»
José  Miguel G. Cortés


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