martes, 20 de diciembre de 2011

Haim Steinbach y las esculturas de bienes de consumo.


Haim Steinbach (Israel, 1944) es uno de los artistas más relevantes en el paradigma de las “esculturas de bienes de consumo” desde los años 80 hasta la actualidad. Junto a Jeff Koons, ha participado en la estrategia de introducir lo kitsch y el diseño en el lugar del arte a través de lo tridimensional. Con una fuerte influencia del Pop Art y del Minimalismo (los objetos específicos de Jonald Judd) la obra de Steinbach evoca a la cultura popular misma a través de la selección y colocación de múltiples objetos para su exposición.

Su trabajo nos puede remitir a los ready-mades de Duchamp, pero en este caso la cuestión no gira en torno a la oposición entre el valor de uso y el valor estético o contemplativo de un objeto. Esta vez los dos valores, y cualquier otro, se subsumen en el valor de cambio del signo: el arte es un signo, un lenguaje o un objeto que, en un sistema capitalista, se puede intercambiar por cualquier otra cosa. La obra de arte se convierte en un objeto consumo, con un valor basado en equivalencias. Lo cual conduce a una suspensión del significado: corren el riesgo de convertirse en significantes vacíos o aislados, posibles sustitutos de cualquier otra cosa. Es decir, el valor de cambio (como el de la moneda) se ha integrado en la valoración del signo, que ya deja de depender tanto en criterios de calidad o interés. Esta intercambiabilidad del objeto artístico ha quebrado los índices y el orden jerárquico que manteníamos residualmente en la modernidad.


Esta es la tesis en la que se sitúa la obra de Steinbach. Así, en sus vitrinas podemos observar grupos de objetos que poca relación aparentan tener entre ellos: objetos religiosos y festivos, productos de limpieza o alimentación, juguetes, señales de tráfico u objetos domésticos decorativos. Articula series con estos elementos igualándolos en valor pero creando combinaciones para que el espectador se sumerja en un ejercicio de libre-asociaciones y diferenciaciones.

Simulación e hiperrealidad caracterizan toda su obra. Simula el significado y la misma obra de arte formando parte de algo que a su vez parodia. Se despoja de toda metáfora, con la pretensión de mostrar simplemente lo que es, que puede ser muchas cosas, acercándonos a lo real. Nos situamos frente a un despliegue de objetos decorativos que individualmente caen fácil en la nulidad e indiferencia. Pero no son simplemente objetos, sino todo su envoltorio, lo que nos muestra el artista. La obra de arte se convierte en mercancía para ser expuesta. Objetos comunes son sublimados. Valor, cultura popular, museos, e instituciones, economía, capitalismo, democracia... son muchos e interesantes los puntos sobre los que este artista nos invita a reflexionar. 


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